El Águila divina

sábado, 19 de junio de 2010

¡Oh, Verbo divino!, tú eres el Águila adorada que yo amo, la que atrae. Eres tú quien, precipitándote sobre la tierra del exilio, quisiste sufrir y morir a fin de atraer a las almas hasta el centro del Foco eterno de la Trinidad bienaventurada. Eres tú quien, remontándote hacia la Luz inaccesible que será ya para siempre tu morada, sigues viviendo en este valle de lágrimas, escondido bajo las apariencias de una blanca hostia...

Águila eterna, tú quieres alimentarme con tu sustancia divina, a mí, pobre e insignificante ser que volvería a la nada si tu mirada divina no me diese la vida a cada instante.

Jesús, déjame que te diga, en el exceso de mi gratitud, déjame, sí, que te diga que tu amor llega hasta la locura... ¿Cómo quieres que, ante esa locura, mi corazón no se lance hacia ti? ¿Cómo va a conocer límites mi confianza...?

Sí, ya sé que también los santos hicieron locuras por ti, que hicieron obras grandes porque ellos eran águilas...

Jesús, yo soy demasiado pequeña para hacer obras grandes..., y mi locura consiste en esperar que tu amor me acepte como víctima... Mi locura consiste en suplicar a las águilas mis hermanas que me obtengan la gracia de volar hacia el Sol del amor con las propias alas del Águila divina...

Durante todo el tiempo que tú quieras, Amado mío, tu pajarito seguirá sin fuerzas y sin alas, seguirá con los ojos fijos en ti. Quiere ser fascinado por tu mirada divina, quiere ser presa de tu amor...

Un día, así lo espero, Águila adorada, vendrás a buscar a tu pajarillo; y, remontándote con él hasta el Foco del amor, lo sumergirás por toda la eternidad en el ardiente Abismo de ese amor al que él se ofreció como víctima...

Santa Teresita. Historia de un alma.

Oración

martes, 1 de junio de 2010

Santa Teresita - Or 2 [Billete de su Profesión]

8 de septiembre de 1890

¡Oh Jesús, divino esposo mío!, que nunca pierda yo la segunda vestidura de mi bautismo. Llévame antes de que cometa la más leve falta voluntaria. Que nunca busque yo, y que nunca encuentre, cosa alguna fuera de ti; que las criaturas no sean nada para mí y que yo no sea nada para ellas, sino que tú, Jesús ¡lo seas todo...! Que las cosas de la tierra no lleguen nunca a turbar mi alma, y que nada turbe mi paz. Jesús, no te pido más que la paz, y también el amor, un amor infinito y sin más límites que tú mismo, un amor cuyo centro no sea yo sino tú, Jesús mío. Jesús, que yo muera mártir por ti, con el martirio del corazón o con el del cuerpo, o mejor con los dos... Concédeme cumplir mis votos con toda perfección, y hazme comprender cómo debe ser una esposa tuya. Haz que nunca sea yo una carga para la comunidad, sino que nadie se ocupe de mí, que me vea pisada y olvidada como un granito de arena tuyo, Jesús. Que se cumpla en mí perfectamente tu voluntad, y que yo llegue al lugar que tú has ido por delante a prepararme... Jesús, haz que yo salve muchas almas, que hoy no se condene ni una sola y que todas las almas del purgatorio alcancen la salvación... Jesús, perdóname si digo cosas que no debiera decir, sólo quiero alegrarte y consolarte.
 
Teresita Carmelita. Design by Pocket